Tiempo después, ya en el ciclo de mundo Nueva, Lou, la petróloga endógena que ahora trabajaba en el archivo iconográfico del Servicio de Inteligencia Compartida del círculo autónomo de París, buscaba, para una publicación conmemorativa, una antigua fotografía de las primeras revueltas del “free crowdfounding”, que tuvieron lugar en la segunda década de siglo, cuando recabó en el sobre maltrecho que se amagaba, maltrecho y mal doblado, justo antes de un esplendor, junto a una carpeta.

Imagen de la 1ª revuelta del "free crowodfounding" poco antes de ser sofocada.

Imagen de la 1ª revuelta del «free
crowodfounding» poco antes de ser sofocada.

Aún más intrigada, se dispuso a desplegar y abrir el sobre, a extraer los folios que dentro tiritaban temblorosos y a desdoblarlos, casi con una caricia.

Sus ojos brillantes se iluminaron un poco más cuando las palabras articuladas en aquellos folios  – a veces, ¿por qué no decirlo?, extrañamente articuladas – saltaron hacía ellos con una emoción casi ajena. Poco después derramaron unas pequeñas lágrimas, y sus labios dibujaron una ligera y luminosa sonrisa.

Cuando estas palabras terminaron su salto, recabó en aquella carpeta anexa en la que en letras grandes y granates se podía leer “OSMOS. RECUERDOS DE OSMOS”, y ( tras sentarse, abrir la caja, extraer su contenido y extenderlo sobre la repisa) con emoción atenta, leyó apasionada su contenido inacabado (los capítulos, si así podemos llamarles, que hemos ido publicando aquí en meses anteriores irregularmente, por fortuna o no, según se mire y según cada cual).

Al llegar al final, a esa ilusionante sentencia que cierra la carpeta con intención casi anunciatoria,  “Osmos, el nuevo lugar”, y no sin dudar acerca de qué  hacer con todo aquello, optó por dejar el sobre y la carpeta, con los papeles que contenían, en su lugar.

Con extremo cuidado – como ella lo hacía todo- y de manera semejante a como los había encontrado.

Imagen casual sin identificar, posible vestigio del ciclo anterior, que se encontraba junto a la carpeta, en aquella estanteria.

Imagen casual sin identificar, posible vestigio del ciclo anterior, que se encontraba junto a la carpeta, en aquella estantería.

Esa noche después de ducharse, y antes de encontrarse con un ser amad@, mientras disfrutaba de aquella espera, recordó los últimos fragmentos de aquella extraña historia de esperanza de los críticos tiempos previos – aunque probablemente cercanos- a la intuición de mundo Nueva, recogidos mientras se agazapaban en aquel sobre maltrecho y mal doblado.

Y mientras los recordaba, Lou, sonrío, infinita:

                                    (APÉNDICE I) FRAGMENTOS DE UNA CARTE DE (DES)AMOR.

– “¿ Quieres que vuelva a escribirte?. Otro día, cosas bonitas, desde el otro lado del río amor; como un sonámbulo que vuelve de una pesadilla y se dirige a un lugar que llaman paraíso, a algún domingo feliz de las canciones ya no estoy aquí”.

– El mar es azul como lo era en la tierra desde la base submarina en donde se instaló el observatorio, donde cada cuatro, en unos casos, o cinco años, en otros, son recibidos inevitablemente los nuevos investigadores que tras pasar las 9 pruebas decisivas se incorporan a la institución organismo.

– Al mirar hacia arriba la primera vez el corazón sufre un vuelco sospechoso, una creciente oleada de terror recorre la espalda desde la rabadilla a la nuca para seguir por el centro de la cabeza hasta el febril entrecejo. Todo es hermoso desde esta perspectiva, como la erupción de los volcanes en el grandioso parque natural cerca del océano donde se hacinan los refugiados ruandeses desde hace décadas. En medio de los cadáveres.

Las algas flotan misteriosamente entre los peces fríos y plateados de grandes ojos rojizos duros como la piedra. Cuando abren sus bocas se asoman las blandas encías que sujetan sus incisivos como grandes cuchillos de carnicero.

Ha pasado una hermosa estrella de mar de estas latitudes, grande como un par de fuertes jugadores de baloncesto abrazándose para celebrar el triunfo, y ha sido triturada antes de ser engullida. El erizo que iba detrás no va a tener demasiadas oportunidades de sobrevivir.

Hacia la derecha una gigantesca medusa amarilla está apretando a un pequeño tiburón, ante el que el mismísimo M. Tyson, el célebre campeón de los pesados, parecería un desvalido enano.

Un remolino multicolor surge bajo la medusa y la rodea, a ella y al tiburón, solo se ven burbujas de todos los colores que creas, mientras es posible ver a la corriente del golfo recorrer ardiendo, echando humo, la superficie de la base de este a oeste cada noche, llevando a los submarinos planeadores hacia terreno seguro.

                                                 (APÉNDICE II). Fragmento del texto inicial del proyecto OSMOS.

El descubrimiento de la desaparición de la “ Teoría de los cuatro movimientos”, a fines del siglo XX de la Biblioteca Pública de la ciudad de Valencia, en el mediterráneo, un hecho que no conmociona a nadie, que todos desconocen y que, sin embargo, despierta oleadas desconocidas de pasión y misterio en unos cuantos seres abrigados por la lucha diaria en medio del actual desierto. Lucha silenciosa, secreta y callada que más que nada y lamentablemente conmueve, por su falta de definición y horizonte, por su falta de concreción y apariencia, cuando aparenta, de caos, por un lado y de silencio por el otro.

Por fortuna existe y se puede vislumbrar este otro lado.

Silencio que siendo ruidoso dentro de sí, por denso, permite albergar las únicas semillas de pasión que pueden germinar -germinar, de germinal, de siglo XIX y principios del XX-

en medio

Con toda transparencia

Desde tu pensamiento luminoso

y, dicen, un implacable amor

por las mujeres que amaban

mujeres que amaban;

no hay duda que una puerta sigue abierta.

Y mas, sin duda,

ahora que todo apunta a la repetición,

al retroceso tímido en el tiempo.

Un fértil salto en el vacío mas fértil

será retroceder con decisión algo mas lejos,

con la pasión que caracterizaría una

nueva vida hasta esa noche

en la que escribiste

soñando.

Así pues nada impide que sin abandonar la búsqueda del feroz y definitivo texto, contemplemos desde hoy la posibilidad, comprometiéndonos con ella, de un nuevo mundo mágico amoroso, creada a partir de la luz, la lucha, la ausencia, casi, de prejuicios. Y la determinación firme hacia un ser seres mas libres, densos y en constante y pleno y ambicioso crecimiento.

El gran salto.

–  FIN –

                                                                     En memoria de B. P. ( que no es, ni fue,                                                                              precisamente, una compañía de gasolineras).

Gracias a Lou, que, hace años, compartió generosamente esta historia conmigo.

                                                                                           Escrito en ese lugar del mediterráneo                                                                                                                  llamado Valencia, un día de finales del siglo XX.                                                                                              (¿O fue del XXI?)

2 comentarios
  1. Lou dijo:

    Gracias por retratar mi sonrisa infinita. Quiero que vuelvas a escribirme desde un río o desde el mar, mejor desde una montaña donde se pueden ver los dos. Pero con extremo cuidado como lo hago y lo digo todo te diré que no soy paleontóloga soy petróloga endógena, que es mucho, mucho más profundo.
    Un vuelabeso. Lou

    • Gracias a tí, Lou. Entre otras cosas, por descubrirme la petrología endógena, sin duda mucho más profunda que la paleontología. Intentaré volver a escribirte desde ese paraíso montañoso, desde el que podré ver a la vez mar y río, si consigo llegar a él. Mientras tanto por aquí estamos.
      Por cierto, disculpa la confusión de mi recuerdo. Ya lo he solucionado, te acabo de devolver a tu verdadera disciplina. Espero que no sea demasiado tarde.
      Disfruta del día.
      Un abrazo.
      Nacho.

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